Rebuscando
protocolos notariales del S. XVII, encontré a un antepasado mío que ejerció de
notario a caballo entre las poblaciones de Ares del Maestre y Castellón de la
Plana, llamado Cristóbal Armelles, desgraciadamente para mi árbol solo se
conservan tres libros de este ancestro. Cabe destacar de él, las letras capitales con la que adorna sus protocolos.
Era
hijo del notario Miguel Armelles de Ares del Maestre y hermano de otros dos,
uno de ellos, Vicente Buenaventura ejerció en Castellón y el otro, posiblemente
sacerdote, Francisco Armelles, era notario apostólico en Sevilla. En 1645 se
caso en Castellón con Esperanza Gumbau viuda de Miguel Cardona.
Hasta
aquí mis investigaciones eran de lo más
normal y a veces aburridas, ya que el porcentaje de encontrar a alguien en un
protocolo es mínimo, y muchas veces te desesperas al pasar los días sin
encontrar nada y había dado por finalizado el estudio de estos personajes por
no encontrar mas datos.
Una
noche rebuscando por Google, encontré un trabajo sobre bandoleros de esa época,
y mira la casualidad se hacia una pequeña referencia a mi notario
Cristóforo Armelles. Según este trabajo
había muerto asesinado en Castellón, cuando regresaba a su casa una noche que
había pasado de picos pardos.
Esto
me devolvió la curiosidad y el interés que había perdido, esos días estaba
mirando los libros de un notario y en más de mil protocolos solo encontré uno
que me interesara. Esa noche me costó dormirme, estuve pensando y dándole
vueltas como podía haber ocurrido este suceso y si habría documentación que
reflejara los hechos.
Por
la mañana temprano, el menda ya estaba en la puerta esperando que abrieran el
archivo. La única información que tenía era el año del suceso, así que mis
serviciales archiveros –llevo un año metido en archivo, no se como me aguantan-
empezaron a darme sus consejos, con la guía del archivo en la mano buscar:
Corte del Justicia año 1657, un contenedor lleno de legajos, por suerte muy
bien conservados y repasa uno a uno buscando al personaje en cuestión, dos
horas han transcurrido y nada de nada, aquí no hay nada. Siguiente paso:
Procesos de la Corte de Justicia mismo
año, aquí el montón es más pequeño, ya lo miras con desilusión, piensas - no
voy a encontrar nada, ha sido todo un sueño- cojo el primer cuadernillo y
aparece mi Cristóbal, casi doy un salto de alegría, empiezo a descifrar la escritura y a leer el
documento y desilusión no es lo que busco es un pleito que tiene con un tal
Joseph Ferrandis, los cuadernillos van pasando y quedan solo dos - tampoco lo voy a encontrar pienso, que
lástima - pero el último es el que buscaba,
ahí está el acta del magistrado preguntando a los testigos que es lo que
vieron.
La
semana siguiente volví a repasar los protocolos de mi ancestro, pero esta vez
no era bajo el punto de vista genealógico, simplemente curiosidad, los años
existentes son los de 1644, 1646 y 1647,
diez años antes de la fecha del luctuoso suceso. Mi interés estribaba en fechas
y su secuencia, pues el susodicho alternaba su trabajo con dos poblaciones a 60
Km. una de otra.
Situándonos
históricamente reinaba en España Felipe
IV, es la época de Mazarino y Cromwell en Europa.
Entonces
por imaginar pensé en lo intrincado de las rutas que utilizaba en sus viajes,
me imagino que en esa época España no era un país donde abundaran las carreteras,
por esa zona hasta Cabanes tendría aún restos de la Vía Augusta, pero de aquí
hasta Ares no sé lo que habría, hace 50 años era una pista sin asfaltar.
El maestrazgo en esa época era el filón
maderero de la construcción naval y habría algún medio y caminos para
transportar con carretas la madera a las atarazanas donde se construían los
barcos, que se necesitaban para nuestra aventura americana y se exportaba lana
al mercado italiano.
Los
escasos viajeros del lugar lo harían a pie, los más pudientes en carruajes o a
caballo. A pie, por experiencia propia, calculo
que avanzarían entre 20 y 30 kilómetros
diarios, a caballo, o en mulo andarían un poco más.
Hay
que tener en cuenta que el bandolerismo era un constante peligro y la estancia
en las posadas supondría, muchas veces, una peligrosa aventura.
Analizando
los protocolos fechados en Ares y los realizados en Castellón hay tres o cuatro
días de diferencia, por lo que pienso que tardaría dos días en recorrer la distancia de Ares a Castellón.
En
esa época no había relojes, no median el tiempo como nosotros, este estaba
marcado por el sol, por los ritmos agrarios o la climatología. En el ámbito
rural los días estaban identificados por el nombre del santo o de la fiesta, no
por una cifra, teniendo en cuenta que muy poca gente sabía leer o escribir, la
vida cotidiana dependería de la meteorología.
El
calendario comenzaba en su ciclo invernal con la etapa de preparación y purificación
que suponía el Adviento el cómputo religioso marcaría las épocas del año: la Natividad,
la Epifanía, el Adviento, el carnaval, la cuaresma, serian los siguientes
ciclos.
La
semana era el periodo cronológico básico, considerando que el domingo era de
obligado descanso y teniendo en cuenta la cantidad de clérigos existentes,
sería imposible saltárselos, además se preocuparían especialmente en dotar a
las clases populares de la suficiente mercancía religiosa con la que cambiar
sus hábitos de conducta.
El
día tenía un ritmo propio. Se levantaría uno al alba y al anochecer era el
momento de irse a dormir, alumbrándose con lámparas de aceite y el fuego de los
hogares.
Siendo
una zona agrícola y ganadera, en los meses de junio y julio, se concentraría la
máxima actividad laboral, ya que había que recoger las frutas, segar, trillar o
trasladar los rebaños a los pastos veraniegos, hasta llegar el mes de agosto, que
ayer como hoy se caracteriza por la concentración de fiestas locales que servirían
de antesala a otra nueva etapa de preparación y purificación, de hecho la
festividad de la Virgen de Agosto (15), era fecha de pago, de deudas y censos.
Me
imagino a mi Cristóbal en Ares escribiendo el testamento del vecino enfermo, a
pie de su cama, a la luz de las lámparas de aceite una noche fría del mes de
Enero. Al día siguiente a medio día el correo ha podido pasar el puerto nevado
de Ares y le entrega una discreta misiva, una hojita de papel doblado, cerrado
con lacre, su nombre y la marca del destinatario. Solamente ve la misiva ya
sabe quién se la ha enviado. Hace tiempo que lleva los asuntos de Doña…, en
Castellón. Comenta a los conocidos curiosos de Ares, que mañana tiene que bajar
a Castellón a realizar unos asuntos urgentes.
Se
levanta al alba, hace mucho frío es 27 de Enero de 1657, si no nieva mucho
piensa que parará como siempre a dormir en Vall d’Alba. Mientras baja hacia la Montalvana,
se escuchan a los lejos los gritos de los carreteros, que han hecho noche en la
hostería de la Segarra, al arrear sus mulas, preparándose para subir las
cuestas de Ares.
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